Archivos Mensuales: junio 2022

Nuestras comunes pasiones

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5 años, 6 meses, 5 días –

Día 2013

Estamos en la cama, hay una atmósfera traviesa en la habitación,
me miras con esa mirada tuya, cómo tú sabes hacerlo,
con esa mirada que atraviesa mis adentros,
sonríes mientras yo me estremezco.

No existe nadie más en el mundo ni tampoco el tiempo,
aunque siento que nos observan desde todos los ángulos
(quizás tus ángeles y mis demonios).
Estamos inmóviles el uno frente al otro,
siento tu respiración y el latido de mi corazón en los oídos.

El planeta gira y tú junto con él,
estás sobre mi,
con tu mano izquierda has atrapado mi mano derecha
que estaba a la altura de mi rostro
y en ese instante
tu mirada cambia,
me miras como el león mira a un ciervo,
respiro profundo y tiemblo,
disfruto como cada centímetro de mi cuerpo se eriza,
te miro y siento que te he atravesado el alma.

No hay palabras solo gestos,
yo quiero leerlos todos
y quiero que me leas también,
por vez primera no estoy pensando en pasado ni en futuro
solo existe ese presente nuestro
y tú sonríes,
porque al ver mi rostro acabas de saber lo que pienso.

Con mi mano izquierda toco tu cintura ,
tu piel se estremece y no intentas ocultarlo.
Observo tu rostro que está un tanto rubicundo
sigo con tus labios y no puedo evitar morder los míos,
bajo hasta tu barbilla,
tu pecho,
tu sexo
y cierro mis ojos
guardando para mí cada detalle de ti.

Sigues sin soltarme, respiras junto a mi cuello.
Pones el dedo índice de tu mano derecha en mi frente
y lentamente
inicias el descenso por mis cejas,
mi rostro,
mi nariz ( doy un leve salto y sonríes con ternura, remembranza de aquellos días),
mi barbilla, mi cuello,
mi pecho, mi abdomen,
mi ombligo, mi sexo,
nuestro océano…
Yo respiro profundo y tus dedos nadan en ese mar cristal
que al parecer por más calor que haya jamás se va a evaporar,
me observas,
te ríes
nos estremecemos,
ambos corazones quieren salir del pecho,
respiramos tan profundo y entras en mi,

por unos segundos somos uno

y nuestros acelerados corazones empiezan a latir al unísono,
realmente somos uno…

Por fin sueltas mi mano
y te abrazo
y te siento
y me sientes,
disfrutas de la tensión de mis muslos,
del sudor mezclado,
del tirón del cabello
y de nuestro primer beso…

Te quiero Lluvia, susurras en mi oído
y cual si rito de invocación hubiésemos estado haciendo,
en el segundo exacto en qué terminas la frase
caen las primeras gotas,
nos miramos
y reímos.

Aunque nuestros cuerpos se separen,
aunque este instante no vuelva a repetirse,
a pesar de que retorne el tiempo (pasado, futuro, presente),
a pesar de que se disipe la atmósfera traviesa,
a pesar del mundo…
Ese momento de entrega
llamado plenitud
quedará guardado y custodiado
por una llama roja en el corazón.

Frente a esas palabras los botones florecen, la fruta madura y la sangre hierve.

Yo quiero darle razón de ser a esto incontenible que despiertas,
plantar asta en tu territorio,
con agua de tus océanos como bandera declararlo propio
y componer un himno a dos voces de gritos,
gemidos
y suspiros.

Bautizar con humores a los demonios en el culto a nosotros
y profanar todo ángel que ose cantar a algo distinto a nuestra intermitente unidad;
hacerles sentir envidia a los primeros y lujuria a los segundos.

Homenajear de tal manera cada aspecto de cada uno a través del placer mutuo,
que quienes intenten narrarlo
se vean obligados a inventar lenguas nuevas
e igual
se vean impotentes al no ser nuestros cuerpos los interlocutores

Junio 17/2022

Celebrar la vida

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Nota de la editora: Inicialmente este mensaje fue escrito como una reflexión hacia mis empleadores, para publicarla en este espacio algunos fragmentos fueron eliminados, sin embargo, la esencia permanece.

Celebrar la vida y todo aquello que sea digno de ser celebrado.

Quienes me conocen sabrán que en medio de mi sobriedad amo celebrar la vida y todo lo que sea digno de ser celebrado, fue dicha razón lo que hizo que en San Valentín le dejara un mensajito y un dulce a mis compañeros o que hace que esté “tan loca” que celebro todos los 11 mis meses de nacida.

Pertenezco a una Iglesia que me invita a celebrar la luz y la vida, que me convoca a ser parte de una familia conformada para el amor, que me llama A SER COMUNIDAD; el sentido de educar y mi oficio docente me pide formar ciudadanos cristianos capaces de participar de actividades que les permita edificar un nuevo mundo a partir del diálogo, la planeación, la autonomía y la empatía. ¿Acaso todo esto no se plasma cuando todo un grupo por iniciativa propia decide celebrar la vida?

Nuestra Amada Madre Iglesia existe porque DIOS se hizo hombre para habitar entre nosotros y en cada Natividad celebramos su vida. Este tiempo cuaresmal es testigo anual que nos recuerda el ofrecimiento de Cristo Jesús para darnos vida.

 ¿Acaso, pues, no somos una iglesia que celebra la vida?

¿Acaso en medio de un planeta en guerra, no tiene sentido celebrar la vida?

¿Cuando vivimos en un país que legisla para la muerte, no tiene sentido celebrar la vida?

¿Acaso después de estos dos años grises donde estuvimos alejados de nuestros seres queridos, donde perdimos a tantas personas amadas, no tiene sentido juntarnos para celebrar la vida?

¿Acaso en esos días con espinas, de rutina, cansancio, en los que con noticias asesinas tomamos el desayuno no tenemos derecho a creer en otro mundo posible y celebrar el milagro de la vida?

Quiero manifestarles que el hecho de estar vivo siempre exige algo y en mi caso es celebrar la vida y todo aquello que sea digno de ser celebrado.