15 años de amarte, San Cristóbal.

Estándar

El lunes 26 de septiembre de 2005 mientras el mundo se despertaba con noticias como “Colapsó el sistema de datos del Seguro Social en Corferias” o sabiendo que “El Banco Mundial facilitará US$100 millones a Colombia para el proceso de paz” yo era una niña de 12 años que iba por última vez a su adorado colegio para despedirse de sus profesores y amigos. Ese día miraba todo con nostalgia, sabiendo que jamás volvería a estar en esa aula ni volvería a estar reunida con todos mis compañeros… tengo recuerdos vagos, sé que ese día el profesor Roberto Kury Murillo (Mi adorado profe de inglés) nos estaba explicando el verbo TO BE y que siempre se empleaba el artículo indeterminado a/an antes de una profesión, recuerdo que en clase de ciencias la profesora Irma nos realizó un examen oral sobre los músculos del cuerpo -di lo mejor de mí, y saqué 4.9, me equivoqué al señalar el músculo occipifrontal (el cual, por cierto, es el único que hoy recuerdo) y el profe Emerson en competencias ciudadanas nos explicaba cual sería el trabajo final para la materia: escribir el nombre, el número y la historia de todas las calles del centro de Medellín.

Recuerdo también que para ese entonces mi percepción del territorio era muy diferente, para mi existía Bello, Medellín, Itagüí, Envigado y ya, y esa Medellín se limitaba al barrio en el que estaba mi colegio y el centro… Que puedo decir, a esa edad no me interesaba demasiado la geografía, vivía en Mi Propia Isla (literalmente así le decían al barrio en que crecí “LA ISLA” aunque realmente es el barrio José Antonio Galán de Bello) … y solo unos 9 meses antes me había dado por enterada que existía un lugar muuuuuy lejos que se llamaba Pajarito y que se convertiría en mi nuevo hogar.

Al medio día después de despedirme de mis compañeros, llegué a mi casa la cual estaba llena de cajas, y varias cosas… Mi tío y yo decidimos venir a la nueva casa un día antes, para pintar algunas paredes, en mi había sensaciones encontradas, la emoción de saber que por fin íbamos a nuestra casa propia, y la tristeza de saber que era el penúltimo día en que vería “mi casa”, la casa en que viví 11 años, mi solar, mis árboles, mis plantas, sabía que era el penúltimo día en que sería mío ese lugar.

Ese día después de un largo viaje en bus y de comprar el pollo con gaseosa que nos servirían de algo y cena, mi tío y yo con mucho esmero pintamos lo que pudimos, solo habían 5 casas habitadas en mi cuadra, el frío era intenso y solo trajimos dos cobijas (¿Qué personas en sano juicio llevan solo dos cobijas para dos personas cuando saben que van a dormir en el piso? – Pues las mismas que deciden bañarse a las 2:00 am en el patio de la nueva casa cuando han terminado de pintar – ¿Quién dijo frío?)

No vale la pena contar que al día siguiente volví a la que oficialmente se convertía en mi antigua casa, y que en el trasteo se escaparon muchas lágrimas por dejar para siempre mi solar, mi casa, mis pajaritos -esos que madrugaban a tocar la ventana para que les pusiéramos agua, arroz y banano, – el viaje desde La Isla hasta Pajarito me pareció eterno… en mi cabeza solo sonaba una canción “ Adiós casa, adiós calle, adiós plaza de mi barrio” de Ana y Jaime.

Los primeros días fueron difíciles, en la “zona verde” solo había pantano naranja pues aún no habían pegado la grama, mi cuadra todavía no contaba con alumbrado público y no teníamos línea telefónica, sentía que había abandonado la civilización… la neblina cubría todo desde las 6:00 pm. Aún así, estaba la alegría de saber que era mi casa, nuestra casa, la bendición de algo propio.

Han pasado 15 años, y en estos años han pasado tantas cosas…dos papas, un presidente negro, la publicación del último libro de Harry Potter, la puesta en marcha del Gran Colisionador de hadrones, el fin de la guerra civil en Sri Lanka, la santificación de una colombiana, la pérdida de parte de nuestro territorio marítimo, la legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo, el proceso de paz, la clonación de macacos, el fin de la misión de la sonda espacial Dawn, y mi primer pandemia.

Los mismos quince años que llevo viviendo en la vereda Pajarito, San Cristóbal, corregimiento que me abrió las puertas de par en par, y gracias a la hermosa acogida me han hecho sentir como si siempre hubiese vivido aquí.Quince años en los que este corregimiento y las personas que lo habitan han sido testigas de mi crecimiento personal y académico.

Sin lugar a dudas soy quien soy gracias a este lugar y a las personas maravillosas que he conocido. Mi vida no sería igual sin una Vanesa Sierra , un Alexis García, un Carlos Andrés Salazar, una Laura Ximena Cifuentes, un Juan Felipe Barrera, una Mary Álvarez, una Stefa Muñoz, una Lorena Correa, un Cristian Ortiz y eso solo por mencionar algunos.

Acá están muchas de mis alegrías, de mis amistades, de mis amores, mis triunfos y mis mejores recuerdos, soy el cúmulo de las historias aquí construidas, de los caminos recorridos, de los tropiezos con risas y las incontables caídas, de las amistades que en este terruño se han formado, de las acampadas con la Red, de los clubes juveniles acompañados, de los silencios compartidos, de las luchas y las resistencias.Ese corregimiento sigue sorprendiéndome cada día, cada segundo en que lo habito lo quiero más.

¡SIMPLEMENTE, FELIZ DE CREERME CULATERA!

Un comentario »

Deja un comentario